Cuando comienzas el camino del crecimiento personal (las razones son muy variadas, pero generalmente están relacionadas con la vivencia de una crisis personal seria), lo normal es experimentar una etapa de subidón.
Durante este subidón quieres compartir con las personas cercanas todo lo que estás aprendiendo y transformado tu vida a mejor y, sobre todo, tienes la sensación que es un proceso de duración incierta pero limitado en el tiempo y que, si te esfuerzas, antes acaba y culmina con éxito.
Todo este subidón suele confluir en un estado de desconcierto y frustración cuando observas que a muy pocas personas les interesa lo que cuentas y que el proceso no parece que tenga final por mucho que te esfuerces.
Es una etapa habitual del camino del crecimiento personal que termina cuando dejas de ir de “salvador” por la vida y asumes que este camino no tiene final.
Curiosamente, esta rendición, lejos de generar malestar, proporciona un sorprendente estado de calma, descanso y bienestar.
En definitiva, es un camino de transformación personal, sin final y sin vuelta atrás. Todo lo cual es una gran noticia.