Perdemos nuestra capacidad de amar.
Perdemos nuestra capacidad de sentir y de expresar nuestras emociones.
Perdemos nuestra capacidad de estar presentes y de habitar nuestro propio cuerpo.
Perdemos nuestra capacidad de comunicarnos y de conexión con el otro.
Perdemos nuestra capacidad de ser felices.
¡Hemos perdido tanto en el camino!
Bendito el momento en que continuamos el camino recuperando lo que es nuestro.