El autosabotaje está más presente en nuestras vidas de lo que creemos.
No solemos percatarnos porque tenemos la “mala costumbre” de tener una imagen angelical de nosotros mismos y de demonizar a los demás culpándolos de lo que nos pasa. También tenemos la mala costumbre de mirar para otro lado o de creernos nuestras propias mentiras.
En cualquier caso, el trasfondo del autosabotaje personal es complejo como complejas son las personas: miedos, inseguridades, culpabilidades, etc…
Sea como sea, el autosabotaje se traduce en que tomamos decisiones que “realmente” nos perjudican, creyendo “realmente” que nos benefician. Algo tan retorcido solo puede ocurrir cuando tu peor enemigo eres tu mismo y ni siquiera lo sabes. Y algo tan complejo solo puede ser teniendo en cuenta lo subjetiva y relativa que es la “realidad” o lo que es “perjudicial o beneficioso”.
Un tipo de autosabotaje especialmente significativo lo solemos ver en consulta en aquellas personas que están realizando y cosechando los frutos de un trabajo de crecimiento personal y, sin embargo, por motivos diversos deciden ponerle fin. Con ello truncan, al menos temporalmente, su vía de liberación, transformación y sanación personal y, curiosamente, perpetúan el propio hábito del autosabotaje.
Sea como fuere, nosotros que acompañamos y favorecemos estos procesos de crecimiento personal, aceptamos y respetamos estas decisiones y las acogemos con compasión, con la confianza que en el futuro tendrán nuevas oportunidades y una de ellas será la «buena».