Vivimos en una constante huida hacia delante y un constante miedo a parar.
Si paramos, si dejamos de huir, nos encontramos a nosotros mismos.
No nos gusta lo que somos o, mas bien, lo que creemos que somos.
Si realmente supiéramos que somos perfectos y merecedores de todo el amor que somos, no huiríamos, Viviríamos.